Las tecnologías reproductivas

Ciudad de México.— Otro rostro de la cultura de la muerte. El acelerado desarrollo de la investigación y de sus aplicaciones técnicas en el campo de la reproducción, plantea nuevas y delicadas cuestiones que exigen la intervención de la sociedad y la existencia de normas que regulen este ámbito de la convivencia humana.

La revolución biotecnológica en el campo de la procreación humana ha introducido la posibilidad de manipular el acto generativo, convirtiéndolo en independiente de la relación sexual entre hombre y mujer. De este modo, la vida humana, así como la paternidad y la maternidad, se han convertido en realidades componibles y descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o de las parejas. 

Una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa es aceptar ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la realidad. Debemos custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada.

Es necesario reafirmar que deshumanizan y no son moralmente aceptables todas aquellas técnicas de reproducción —como la donación de esperma o de óvulos; la maternidad sustitutiva (vientres de alquiler); la fecundación artificial heteróloga— en las que se recurre al útero o a los gametos de personas extrañas a los cónyuges. Estas prácticas dañan el derecho del hijo a nacer de un padre y de una madre que lo sean tanto desde el punto de vista biológico como jurídico.

También son reprobables las prácticas que separan el acto unitivo del procreativo mediante técnicas de laboratorio, como la inseminación y la fecundación artificial homóloga, de forma que el hijo aparece más como el resultado de un acto técnico, que como el fruto natural del acto humano de donación plena y total de los esposos. 

Si el hijo se convierte en un objeto fabricado por la técnica o es conseguido de un modo injusto o violento, los padres corren el riesgo de verlo como una posesión más, como el abrigo que hoy se compra y mañana queda olvidado en un armario. Por lo mismo, técnicas como la fecundación in vitro con transferencia de embrión (FIVET) o la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI), que implican una concepción de seres humanos en laboratorio, por la acción de los médicos que trabajan sobre las células reproductoras, implica un dominio sobre la vida que no puede recibir un juicio ético positivo. Frente Nacional por la Familia. Minuto de formación V# 50





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