Ritual de fin de año


Cancún, Quintana Roo.– Luego de las fiestas religiosas al inicio de diciembre y de las posadas a mediados, inicia la cuenta regresiva para despedir el año con los preparativos del ritual de fin de año.

La última semana del año, tal cual un novenario, son días que se convierten en los más agitados, en un periodo comprendido del 26 al 31 de diciembre.

La mente se obnubila, la razón se cierra, las pasiones se desbordan, reina el caos, predomina el desenfreno e inmoralidad, olvidándose del sentido espiritual, religioso de una sana convivencia familiar en armonía de escucha y observación.

Las actividades laborales, parecen paralizadas, pero en realidad es cuando los centros comerciales aprovechan la temporada para hacer su agosto en diciembre. Toda la capacidad creativa de los almacenes que ofrecen ofertas para captar la atención del incauto que gasta hasta lo que no tiene, deslumbrado por la gama publicitaria comercial disfrazada de arte manipulador que tiene por objetivo obtener mejores ganancias. 

A nadie le importa la incertidumbre, el bajo crecimiento económico, desempleo, crisis, recesión, decrecimiento de la economía de 0.1 a 0.4 por ciento, inflación, carestía, la población se aleja de la realidad gasta sin importar endeudarse, ni la cuesta de enero, olvidándose del sentido humano y espiritual.

La sociedad parece enloquecer al realizar compras compulsivas, regalos, hasta lo que no. Gastos para la cena de Fin de Año, romeritos, bacalao, pierna ahumada de puerco, pavo, ensaladas, spaguetti verde, rojo, frutas, licores, vinos, sidras, champagne; tejocote, caña, nueces para el ponche, las imprescindibles uvas no faltan a la medianoche para el tradicional brindis. Los reflectores son apantallantes, los aparadores lucen superficialidades que la mayoría compra, los atuendos de vestir no faltan como la ropa íntima de color amarillo para la riqueza, rojo para el amor, según la creencia popular. Una gama de velas multicolores para cada mes del año, que muchos llevarán a las iglesias a bendecir por los sacerdotes o pastores.

Entre lo sacro y lo profano

Estos días la ciudad parece enloquecer por la embriaguez, calles, avenidas atiborrada, desde el centro a los arrabales, pueblos y metrópolis lucen muñecos que representan el año viejo, que serán quemados a la medianoche del 31 de diciembre, mientras algunos barren la casa de adentro hacia afuera para eliminar la mala vibra o de afuera hacia adentro para atraer la riqueza; salir corriendo con maletas en mano en espera de viajar mucho. Contar los minutos, tronar cuetes, echar balas.

Gastos, euforia, no importa adquirir deudas en el trabajo, utilizar plásticos, tarjetas de crédito o débito, platinum, doradas, iniciar el año con la cuesta de enero, pagar deudas y abandonar los buenos propósitos al tercer mes de iniciar el nuevo año. Otros irán a recargar las buenas vibras a centros ceremoniales prehispánicos a Chichén Itzá, Tulum, Teotihuacán, Playa Delfines (Mirador en Cancún) o Punta Sur en Isla Mujeres para recibir los primeros rayos luminosos del astro, el 1º de enero.

Derroche, superficialidad, cultura, tradiciones, supersticiones, creencias populares creadas para ejercer cierto control en el pueblo incauto, de los que generalmente las principales víctimas son niños, adolescentes y jóvenes de todos los sectores de la sociedad.

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