Perspectiva de género: un primer paso

Ciudad de México.— Sin lugar a duda que existen muchas situaciones sociales y culturales en las que la dignidad de la mujer no es debidamente valorada y respetada; en general, existen ambientes sociales que favorecen a los varones como grupo social y tienen escenarios nocivos a la dignidad de las mujeres.

Han sido lentos los cambios en torno al reconocimiento de la igual dignidad y a la igualdad de derechos, de beneficios y oportunidades que tiene la mujer respecto al hombre; tanto dentro del hogar, en la escuela, en el trabajo, en la política, en la ciencia y en general en las actividades cotidianas; hay expresiones de desigualdad, de subordinación y hasta de violencia. 

Indudablemente que tenemos como sociedad muchas resistencias y dificultades que vencer es todo un reto en este tema. 

La participación de los gobiernos puede ser significativa a través de políticas públicas que promuevan a la mujer y reviertan esta inequidad entre hombres y mujeres. Así, muchos gobiernos han decidido integrar la “perspectiva de género” en las legislaciones, políticas, programas y proyectos públicos.

Técnicamente, “la ‘perspectiva de género’ consiste en un marco teórico adoptado en investigación, políticas públicas y acciones para el desarrollo, con el fin de tener en cuenta el análisis de los roles y desigualdades de género”. 

“El objetivo final es lograr la igualdad sustantiva entre los géneros. Con la vista puesta en el futuro, se propone transformar instituciones sociales, leyes, normas culturales y prácticas comunitarias que son discriminatorias, por ejemplo, aquellas que limitan el acceso de las mujeres a los derechos sobre la propiedad o restringen su acceso a los espacios públicos”.

Hasta aquí suena bien. El problema es que estos conceptos, que indudablemente son legítimos, pronto la ideología de género y el feminismo radical los ideologizan, los politizan y los distorsionan introduciendo postulados extremistas como “la discriminación en base al sexo”, el “patriarcado”, el “empoderamiento de la mujer”, el “lenguaje inclusivo”, o aplicándolo a todas las “nuevas expresiones atípicas de género”. 

Lo han convertido en una etapa del proceso de normalización social de los postulados de la ideología de género, en una táctica para que la sociedad acepte y vea normal el concepto de género y lo que implica.

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