Planeta al borde del colapso

 


Cancún, Quintana Roo.- Poco o nada importa que el país se hunda. Poco o nada importa que el Planeta se vaya a pique. A nadie le importa el colapso de la Tierra, nuestro hogar en el universo.

Poco o nada importa que la humanidad navegue al garete sin un rumbo fijo a donde llegar. Pero eso a nadie o casi a nadie le importa.

Sin generalizar, todos o casi todos o al menos la gran mayoría estamos inmersos en nuestras propias preocupaciones.

Vamos hacia el umbral de lo desconocido o al menos poco conocido o sin conocimiento alguno y sin timonel.

El planeta, la humanidad, el país, las comunidades más pequeñas y apartadas ignoran hacia dónde va el mundo a punto de colapsar, quizá ya colapsó o al menos eso parece.

Si acaso hubiere salvación, está dista mucho de la realidad. Muchos fantasean. Predomina la ignorancia, superstición y sobre todo el temor a lo desconocido, el temor a afrontar la belleza y el bien y sobre todo decir la verdad. Nadie habla ni quiere hacer nada por volver al mundo, si, al mundo antes de ser confinado por el virus Sars CoV-2 que provoca el Covid-19, que quizá no sea tan mortal, como se dice.

La política es una guerra de todos contra todos, pues a ningún político, funcionario público, burócrata le importa, ni le interesa la sociedad que les paga sus sueldos y a la que están para servir, solo buscan acceder al poder para servirse con la cuchara grande, utilizando la buena voluntad, de la ciudadanía que en necesidad, ignorancia, y sobre todo apatía deja de participar en los asuntos políticos.

Los medios de comunicación, trátese de radio, televisión, los ya escasos medios impresos y hasta los digitales, transmisiones en vivo, en su ofuscación, solo confunden con la desinformación que transmiten a su público. Mentiras o medias verdades, todos reclaman, incluso exigen el origen de una fuente cuando está carece de fuentes “oficiales”, es decir lo que dice y aprueban las autoridades para darse a conocer a través de sus "medios oficiales" con el único objetivo de mantener el control total de sus gobernados, tal cual subalternos, siervos o esclavos.

Las religiones y sus creencias parecen no convencer ni a sus pastores que las predican, menos aún a sus seguidores. Mientras los partidos políticos sin razón alguna se multiplican no para servir sino para recibir las prerrogativas gubernamentales.

A falta de brújula, el planeta con todo lo que tiene encima se encamina a su propia destrucción, al negarse a volver a su esencia, en busca de la verdad, de la belleza y del bien, de la estética y de la ética, de la que todos hablan, dicen sin saber que significa.



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